#HotGirlsWanted Se buscan chicas calientes: Bien prendidas

Y es que ante la muerte, la desaparición o el mero apartamiento de Dios, el orden que los puros soplos buscan es el desorden, la libre mezcla, el intercambio continuo, el incesante movimiento, la pornografía por tanto: la absoluta obediencia a las insaciables exigencias del deseo. [pp. 111]

Teología y pornografía. Pierre Klossowski en su obra: una descripción, de Juan García Ponce. Ed. Era © 1975

Estimulación previa (Se buscan chicas calientes… desde los inicios del cinematógrafo)

Niéguenlo, debátanlo, cuestiónenlo: si existe una virtud que le podemos reconocer a la industria de la pornografía es la forma en que adopta los avances tecnológicos para beneficio propio, más que cualquier otra disciplina. Por supuesto que desde sus inicios no tenían intenciones científicas, ni siquiera cercanas a las del zoopraxógrafo Eadweard Muybridge. La llegada del balbuceante cinematógrafo dotó de movimiento a los desnudos y con el tiempo encontraron una salida comercial al formar parte de otras colecciones privadas aptas para su disfrute de la ansia adulta ya colmada de escritos y fotografías candentes, de tal modo que ya se podían ver en movimiento los desnudos femeninos para el goce predominante del deseo masculino o hasta representaciones bastante burdas de fantasías que han estado circulando desde antaño. Gracias a que las buenas maneras mojigatas censurarían cualquier intento de registro sexual como apto para el público, la pornografía en el cine quedó relegada a la clandestinidad y la persecución, de la cual se han podido rescatar en las curiosas colecciones que ciertas cinematecas tienen a resguardo, como  los rollos que rescató la Filmoteca UNAM al respecto.

Dado que el avance tecnológico del cine ocurrió por su necesidad de mantener a una audiencia con sus formatos espectaculares de sonido y color, por otro lado sus formatos más pequeños y menos profesionales fueron de inmediato adoptados por la clandestina pornografía. Algunos cineastas osados buscaron hacer pornografía en cine, como alguna vez pretendió Luis Buñuel durante su estancia en Estados Unidos en los años 40 del siglo pasado, mientras que escasas producciones industriales habían logrado representar el erotismo o tan siquiera un orgasmo femenino en la pantalla grande, como sí sucedió con la actuación de Hedy Kiesler en la película austríaca Éxtasis (Ekstase, de Gustav Machatý, 1933) que la llevaría a la fama y sería renombrada por Louis B. Mayer con el nombre que tanto ubicamos como actriz e inventora: Hedy Lamarr. Y siendo que el pretexto de origen provenía desde el ansia de la representación erótica, dotando de algún intento de historia a la producción, con el tiempo y la falta de talento narrativo, esa intención se dejó de lado para retratar el desnudo y el mete-y-saca sin ninguna restricción.

Hedy Kiesler en Ekstase 1933

El primer orgasmo de la historia del cine, con Hedy Kiesler en «Éxtasis (Austria, 1933)»

Comparado a la cantidad de producciones que cada país hacía, de forma tímida y en menor número seguían realizándose películas pornográficas a escondidas que vieron su explosión en los años setenta aprovechándose de la incipiente liberación sexual en la sociedad occidental en lo cotidiano y en los medios. Las revistas para adultos también cimentaron el camino para que surgiera una industria pornográfica como hasta ahora la conocemos, tomando ventaja para atraer a modelos que no tenían reparos en ser filmadas en algunas películas porno, pues también la recompensa económica resultaba bastante atractiva.

Esa industria estaba tan fuera de los cánones que ni siquiera ella misma se tomaba en serio aparte de convertirse en un sólido negocio. Los subgéneros que desarrolló correspondían a los modos heterosexuales de esos tiempos y aún así se hizo proclive a la parodia y ridiculización de las producciones serias, creando sus propios hitos de alcance mundial como sucedió con Linda Lovelace y su Garganta profunda (Jerry Gerard, 1972). El éxito permitió hacer películas con mayor presupuesto y no menos ridículas, pero tampoco perdieron la visión de adoptar formatos posteriores como el video para alcanzar a una audiencia deseosa de ver la cópula en sus diversas manifestaciones. Hubo cines porno de funciones nocturnas o hasta vespertinas, después tiendas de videocassettes junto con tiendas eróticas, pero no sería hasta la llegada del Internet que la pornografía encontraría su medio ideal para expandirse a niveles más que gigantescos. Y aunque también les representó un golpe económico, supo adaptarse y encontraron el modo  de expandirse y vender sus contenidos a través de la red, a pesar de ser constantemente pirateados.

La innovación tecnológica no le significó cambiar la perspectiva predominantemente masculina, muy contados son los casos de las incursiones de mujeres como autoras de pornografía en los términos de esa industria. Más bien, la cosificación de la mujer abundó y sus representaciones se tornaron más violentas respecto a las anteriores y cándidas que las precedieron. El 3D, las cámaras digitales, smartphones, drones y Realidad Virtual se han sumado para ofrecer “variedad” en esta industria. Pero lo que aun no cambia es que la industria porno sigue siendo detentada por los hombres y hasta fechas recientes apenas han surgido casos donde la visión femenina ha buscado competir contra la industria masculina, como el de Erika Lust como el mejor ejemplo o el de Sasha Grey emancipándose de la industria en la que surgió, entre otras.

Tan sigue manteniendo su humor pícaro al momento de parodiar películas de renombre como también ridiculiza sus famosas premiaciones, como la que se realiza en simultáneo al Festival de Cannes desde un crucero frente a la Croissete, los premios AVN y varios más que se me escapan. No sabemos cuál será el siguiente giro tecnológico que se nos avecina, lo único que sí se podrá afirmar es que la pornografía llegó para quedarse hasta el fin de nuestros tiempos.

Fase de meseta

La industria pornográfica tan ensimismada no ha podido ni querido tener una visión crítica de sí misma (ni podrá, ni querrrá), en todo caso se ha abierto a la interracialidad para diversificar sus contenidos aún siendo dictados desde la mirada occidental. Sus parodias, sus infructuosos intentos de dotar de una carga artística y propositiva se han visto anuladas por el mismo formato que ha establecido. Apenas también ha abierto su mercado a las distintas expresiones sexuales para cubrir el espectro del deseo humano, abarcando la homosexualidad que no se había visto reflejada y sobrevalorando el lesbianismo siempre para el goce masculino.

Sin embargo, de parte de la industria masiva y también desde las propuestas independientes sí se ha podido analizar y criticar a la pornografía sin ser necesariamente producciones de alto contenido erótico. Y son películas como la de Boogie Nights de Paul Thomas Anderson las que dan una revisión histórica con tintes de comedia de altos vuelos a esa industria. Otro ejemplo es el de la producción independiente de Lovelace (Rob Epstein, 2013) que recrea el hito mismo de Linda Lovelace al ascender al estrellato gracias a su cándida actuación en Garganta profunda, que representó uno de los grandes éxitos del cine porno compitiendo a la par de los estrenos comerciales de la época. Pero el biópico de Linda Lovelace no se regodea con el éxito, si no que le da un reverzaso al rescatar la historia de violencia y abuso del que Linda fue víctima incluso para acceder a representar este himno a la felación. Así como ambas películas arrojaron luz sobre el otro lado nunca visto de la industria porngráfica estadounidense, muchas otras historias personales se estaban quedando atrás, de las que apenas se daban a conocer en artículos de investigación acerca de las estrellas porno y sus posteriores vidas al mantenerse viviendo del porno o ya en el retiro.

No fue hasta la llegada de la dupla documental de After The Porn ends 1 y 2 que conoceríamos de viva voz esas historias que no dejaban bien parada, valga la expresión, a la industria porno. El estigma social de vivir del porno no era el único problema para sus participantes ante la cámara, se agregaban conflictos familiares, abusos, alcoholismo y drogadiccion que ensalzaron sus vidas y posteriormente les fue muy difícil insertarse de nuevo en la sociedad como personas normales. Esos elementos eran perfectos para dotar a los documentales de una visión mórbida y escandalosa, pero el logro radica en que la visión tampoco es abusiva y dota de normalidad a sus entrevistados que desde otro medio no habían podido tener. La reacción en general de la industria porno fue agria y tomó su distancia, los documentales no le afectaron y continuó siendo lo que hasta ahora conocemos.

Orgasmo, pero no dejen de grabar

No solo continúan las casas productoras de antaño sino que, gracias al internet, han surgido nuevas descentralizándose del Valle de San Fernando en California y compitiendo con las producciones europeas y la enorme cantidad de producciones amateur que les pisan los talones. Y esas nuevas salidas amateur están creando sus hitos muchas veces meteóricos como también esporádicos. Hallan sus plataformas de promoción en las redes sociales y de la misma forma desaparecen dando paso a nuevas modelos que siguen siendo retratadas en diversas situaciones de mete-y-saca. Bang Bros, Brazzers, Evil Angel, otras tantas y diversas bañan el internet con sus producciones. Modelos van y vienen como la tejana Bree Olson y su triste historia del retiro del medio, siendo sustituida por otras tantas.

Y para dar cuenta de las nuevas historias de reciente época, llegó al festival de Sundance y después hallando una gran audiencia gracias a Netflix la producción de la actriz y productora Rashida Jones con Hot Girls wanted (Se buscan chicas calientes, Jill Bauer y Ronna Gradus, 2015) donde podemos conocer a aquellas chicas de clase media de Florida que buscan escapar de sus vidas pueblerinas haciendo porno y ganando un dinero que ni siquiera tendrán viviendo de trabajos promedio en su país. Volvemos a encontrar el estigma social al que se enfrentan pero también una decidida voluntad por vivirla mejor aunque el porno las deje con una carga difícil de sobrellevar. Son chicas y chicos desinhibidos y nunca tienen miedo de copular frente a la cámara, saben que es una representación, una ficción solo para alimentar las fantasías de desconocidos aunque haya gente cercana que los reconozca, pues en realidad todos son consumidores de porno.

Hot Girls Wanted 2015

El éxito del documental no vino acompañado solamente de reconocimientos por la visión y valentía de sus creadores, pues también la industria porno no dejo de verlos con recelo, varios productores y ejecutantes de la industria lo criticaron porque no presentaba el lado positivo y de camaradería del negocio, pero eso a la larga tampoco importó, pues los documentalistas tuvieron la oportunidad de ampliar su visión al producir la siguiente entrega de su proyecto gracias a Netflix.

Multiorgasmo documental con la serie Hot Girls Wanted: Turned On

Intro Hot Girls Wanted

De nuevo bajo la iniciativa de Rashida Jones, nos encontramos ya con una miniserie documental de buena manufactura que busca continuar y ampliar la investigación hacia el porno amateur y cómo se intersectan el sexo, la tecnología, las relaciones personales, los efectos que el internet ha tenido en este negocio y también en sus protagonistas. Dividido en 6 episodios, cada uno se da la oportunidad de ahondar tanto en las expresiones como en los efectos que cada caso tiene, con la ambiciosa intención de ampliar su espectro fuera del internet.

Ep. 1: Las mujeres arriba (Women On Top)

HGW TO The Randalls

Holly y Suze Randall

Si algo faltaba en TODOS los anteriores acercamientos al porno era conocer de viva voz a aquellas mujeres que habían decidido tomar al porno por los cuernos y ofrecer su propia visión. Y probablemente este capítulo es el mejor trabajo de toda la miniserie al tener a dos protagonistas de la industria trabajando directamente por dotar de una visión femenina al porno. Distintas por su origen, las historias de Holly Randall y Erika Lust son un reflejo directo de esa búsqueda. Holly se inició como fotógrafa erótica y pronto se volcó hacia el video porno ante la evidente falta de la visión femenina en esa industria. Cuida al extremo los aspectos visuales y que las protagonistas sean las que den rienda suelta a sus deseos sexuales, ellas son las que llevan la iniciativa y la visión es más amable a lo que se encuentra en el medio, pero como en el caso de Erika Lust, no dejan de encontrar dificultades para sobrevivir en el mismo. Tal vez Erika es la más afortunada, radicando en Barcelona donde tiene su casa productora y quien se encarga no sólo de dirigir sus videos, sino de producirlos y estar a la cabeza de un equipo que se encarga de su sitio en internet y de las ventas de sus colecciones. Prefiere rescatar historias de mujeres que comparten sus fantasías y hacerlas realidad en su serie Confesiones con actrices porno o hasta con las mismas confesarias. Pero las dificultades no dejan de presentarse cuando los actores porno ya vienen predispuestos a lo que otras producciones masculinas les han dictado, y Erika tiene que encontrar el mejor modo para que colaboren en su propuestas.

Erika-Lust-Barcelona-Barcinno

Erika Lust

Así que en lugar de criticar al porno como una industria solamente lasciva y explotadora, con el acercamiento a Randall y Lust por fin hallamos con la propuesta de Rashida Jones el lado benevolente del porno como expresión auténtica de la sexualidad y aún más cercana al verdadero erotismo que tanto le hacía falta. Las historias no dejan de ser pretexto para retratar la cópula, pero el deseo femenino encuentra en ellas su mejor expresión y una salida más equitativa en el porno.

Ep. 2: El amor en tiempos de Tinder (Love me Tinder o Ámame Tindermente)

Intro Hot Girls Wanted 2

Volteando la visión ahora hacia la gente de a pie que está permanentemente conectada al internet y a servicios de citas en línea como Tinder, la idea del porno se vuelca en lo vivencial y en cómo este tipo de plataformas banaliza la convivencia con la intención de crear relaciones amorosas. La cantidad de oportunidades para tener relaciones esporádicas aumenta y el protagonista James, una ex estrella de un Reality Show norteamericano ya cuarentón, aprovecha el mar de oportunidades que le da Tinder para tener relaciones con veinteañeras sin el menor reparo, lo que le cobra una alta cuota de estabilidad emocional.

HGW TO Love me Tinder

Aquí el porno se deja de lado para observar la otra influencia que tiene el internet en la gente adicta a las citas en línea. No solo le afecta a James sino también a las mujeres que llegan a ser su pareja, quienes llegan a sufrir del famoso fenómeno del ghosting cuando James se les desaparece del radar. Por eso el porno ya no afecta a estas personas, ni siquiera se aborda si tienen alguna afición o adiccion al mismo, es la pura necesidad de tener una relación amorosa pero con el amargo resultado de vivir en soledad una y otra vez. Maldito internet.

Ep. 3: Todo tuyo (Owning it, que podría traducirse mejor como: Empoderándose)

HGW TO Owning it 1

Bailey Rayne

Si hay algo que tanto a sus actores como productores tienen en común al trabajar en el porno, es la sensación de empoderamiento que les da participar en la misma. La historia de Bailey Rayne da cuenta de ese empoderamiento cuando sabemos que no solo ella es una chica de webcam (desnudándose y haciendo juegos sexuales a solicitud de sus clientes a el otro lado de la cámara web) sino que se ha vuelto una empresaria en Los Ágeles donde ayuda a otras chicas a adentrarse en la industria porno ganando una comisión por representarlas. Las hospeda, las cuida, las lleva a otras casas productoras y de alguna manera es su tutora en la industria. De nueva cuenta nos topamos con chicas pueblerinas que buscan escapar de su entorno y hacerse de un buen dinero dada su desinhibición para desnudarse y copular frente a la cámara. De alguna forma, este capítulo retoma lo que se retrató en el anterior documental del 2015, pero ahora centrado en la historia de Bailey y sus chicas. Algunas no dejan de ser totalmente ingenuas como para gastarse todo su dinero en fiestas y drogas, pero alguna que otra es más inteligente como para saber tomar distancia y sacar provecho del porno para bien.

HGW TO Owning it 2.jpg

Mucho más que criticar al porno en sí, este capítulo parece ser un curso de administración de empresas y cómo sobrevivir lo mejor posible a los embates tentadores de la industria. Por eso no denosta la actividad e iniciativa de Bailey Rayne, mucho menos a las actrices porno en ciernes, no eleva ni reduce la sexualidad de cada una de ellas, sino que sigue siendo empática y solidaria con sus historias. A lo largo de la serie se continúa esa visión para dejar al criterio del espectador su opinión hacia el porno y conocer lo mejor posible ese otro lado que de ninguna otra manera tiene oportunidad de ver.

Ep. 4: La toma del dinero (?) (Money Shot)

HGW TO Money Shot 1

Kylie Quinn

La traducción al español del título y del término tan valorado por el porno que es el de Money Shot como La toma del dinero, apenas le hace justicia a su uso. La mayoría sabe que se refiere al momento «importante» de la eyaculación masculina, única y sobrevalorada comprobación del orgasmo en cualquier video porno que se precie de serlo (recuerden que también existe la eyaculación femenina, pero apenas y en estos tiempos ha tomado relevancia). El Traductor de Google lo establece como «inyección de dinero» (¡¡¿?!!)  y en otras instancias se traslada al momento importante, «el que vende» de cualquier producción (En Titanic, por ejemplo, el Money shot es cuando el barco se rompe durante el hundimiento… pero no sé si esto les ilustre la idea de lo que quiero dar a entender). Bien. Pero qué sucede cuando eres una primeriza actriz porno a punto de grabar una sesión interracial, o siendo actor porno de raza negra, aparte de tener un miembro enorme, que la misma industria se desespere porque no puedes lograr alcanzar a dar el Money Shot tan esperado… durante todo un día de grabación. O qué pasa cuando tu representante, quien se precia de portar orgulloso playeras y gorras que anuncien que es porno fan/productor/de-eso-vive a diestra y siniestra hasta en reuniones familiares, también se desespera porque su estrella no pueda lograr terminar bien el día de llamado. En este pequeño mundo, la presión viene de todas partes.

HGW TO Money Shot 2

Kylie Quinn y Jay Slayher

Por muy sencillo que parezca para todos estos tres profesionales del porno, los problemas cotidianos de la grabación aparecen y complican la sesión. La desinhibición no es suficiente para que Kylie Quinn logre aceptar el miembro enorme del actor Jay Slayher. Los estimulantes tampoco ayudan y más bien le están cobrando la cuota al actor en esta ocasión. En sí, este episodio abunda en el reducido espacio del set porno sobre las dificultades a las que están expuestos sus ejecutantes gracias a las exigencias de la industria y lo que a cada uno le toca sufrir en la vida cotidiana, justo como al representante cuyo padre le reclama en las cada vez menos frecuentes reuniones familiares que no se haya dedicado a ser ingeniero a cambio de ser un exitoso empresario porno. En la vida, no todo es como el Money Shot podría indicar.

Ep. 5: En privado (Take me private)

En el argot del camming, «ir al privado» es el momento en el que el cliente y la modelo tienen una sesión donde ambos están aparte del público de la sala que visita a la modelo al realizar su exhibición. Pero en este capítulo, se usa el argot para extenderlo a terreno temeroso de un encuentro vis a vis, donde la chica webcam Alice Star (Alice Frost) conoce personalmente a Tom, un cliente australiano que por años ha convivido con ella por medio de la cámara web y han establecido una relación muy especial, una amistad sexual, aunque la propia Alice está casada y su esposo Chad comprenda y apoye a Alice en su trabajo, e incluso esté de acuerdo que ella viaje a Melbourne a conocer a su gran amigo Tom, quien desea que ese encuentro genere algo que ha estado deseando por más de cuatro años de ser el cliente favorito de Alice Star.

HGW TO Take me private

Alice Star

En el Episodio 3, Todo tuyo, habíamos podido vislumbrar una situación parecida cuando una de las camgirls accedió a conocer en persona a uno de sus clientes regulares, desapareciendo posterioremente del firmamento del negocio. En este episodio se le da el seguimiento puntual al encuentro entre Alice y Tom, prácticamente en un formato que sería ideal en un reality show de la TV, pero dándose el tiempo suficiente para profundizar en cada personaje y no solo quedarse en el morbo de la expectativa que causa el encuentro y su resultado. Por ello, mantiene la atención y nos regala en cada detalle una agridulce realidad cuando la fantasía mutua se despoja de sus instrumentos y confronta a dos personas como cualquier otra, una siendo modelo de cámara web de tiempo completo y el otro un guardia de seguridad, nerd asiduo y dibujante a ratos, con la esperanza de tener por fin un atisbo de la relación ideal que tanto anhela. Desprovisto del contacto por internet, se abre un abismo de relaciones interpersonales difícil de sobrellevar.

Ep. 6: No dejes de grabar

HGW TO Dont Stop Filming

Una de las tangentes más extremas de la tecnología y que en los anteriores capítulos se observa desde diferentes situaciones, es la forma en que esta afecta la vida personal por medio de las apps para citas, siendo consumidor o ejecutante ante la cámara o incluso brincando esa barrera para intentar establecer una relación. Pero fuera de todo eso, nadie esperaba (y sin embargo sucedió) que una chica transmitiera en vivo por Facebook la violación de su amiga en una noche cualquiera de copas, obteniendo por recompensa la cantidad de «likes» que nunca tendrá en toda su vida digital.

No dejes de grabar confronta directamente a la chica que lo transmitió después de haber recibido toda una reprenda social y enfrentar el juicio por su inconsciente complicidad criminal en el caso de violación. Sin tener que mostrar todo el video del infame incidente, los realizadores se aventuran en conocer de propia mano el lado oscuro del internet y lo que involuntariamente ha desatado el lado oscuro de la humanidad: la necesidad de atención sin importar el costo que se requiera para lograrlo.

Y ni siquiera se está hablando de una chica adicta al porno, al sexo o a perversiones, sino de una chica del común con un teléfono inteligente realizando un video en vivo de un crimen. Tan descerebrando como parece y más que juzgar a la chica ante su evidente arrepentimiento y escarnio social, trata de comprender los riesgos extremos que están al alcance de las redes sociales y a sus usuarios tan adictos a la inmediata aprobación y fama esporádica que pueden obtener como una gratificación más trascendental que la vida misma. Con un tono distante y discreto, no deja de representar un regaño ante la falta de conciencia y responsabilidad del uso de estos instrumentos que ya tenemos tan a la mano. Este capítulo se dispara del tratamiento de los anteriores dándose la oportunidad de explorar la vertiente de este spin-off temático del uso del internet y la sexualidad humana que roza el porno y se alimenta del morbo para tener una suerte de éxito momentáneo.

***

Lo que logra esta miniserie documental es arrojar luz sobre la oscuridad permanente de la industria audiovisual del porno, de tal forma que ya podemos tener documentada la vida de sus ejecutantes como ni siquiera busca presentar la misma industria. Esa es la virtud de esta propuesta y da pie para que otras producciones abunden en la temática de otras regiones. Algunos artículos ya se han dado oportunidad de dar salida a las denuncias sobre las situaciones precarias en las que se encuentran las y los actores del porno, como en el artículo de Vice España al respecto.

No podemos esperar que la industria porno mainstream cambie a partir de este documental, sus probados esquemas de negocio no se lo permiten y tampoco querrá abrirse a las propuestas femeninas de Erika Lust, Holly Randall y demás féminas que batallan por competir en el negocio. Lo único que cabe esperar es que Se buscan chicas calientes: Conectadas cree una conciencia en los consumidores de porno y así, tal vez, logren empujar al mercado con nuevos contenidos y hacia un trato más justo y menos violento a sus participantes.

Tema de la serie: «Keep your head», de David O’dowda

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