Las oscuras primaveras


oscurasprimaverasDesde que Ernesto Contreras filmó esa relación de pareja tan agarrotada e incómoda que hicieron Cecilia Suárez y Enrique Arreola en Párpados azules (2007) propuso las coordenadas de su cine: eran historias urbanas con cierto acento lírico, que insisten en remarcar la soledad y la frustración naive de las clases medias bajas, extraviada toda ensoñación porque la renta apura y las posibilidades de progreso personal se fracturan ante la modernización que los afecta pero no los contempla. Se diría que algo semejante hace Carlos Reygadas en Batallas en el cielo (2005), Amat Escalante en Sangre (2005), o Enrique Rivero en Parque Vía (2008), pero donde ellos buscan una hiperrealidad minimalista en la estética y sórdida en la temática, Contreras marca frontera: su cine no denuncia, no busca situaciones extremas o ironías clasistas disfrazadas de estética hainekeana y tremendismo progre. Contreras quiere contar historias, historias tristes y propias. Está más cerca de Alberto Cortés (Amor a la vuelta de la esquina, Ciudad de ciegos) que de Arturo Ripstein, podría sentirse más cómodo en la novela  Pánico o peligro de María Luisa Puga que en el grotesco de Guillermo Fadanelli; coquetea con Días de Otoño (Gavaldón, 63) extraña película mexicana-afrancesada en la que, más importante que la anécdota, es la recreación de una atmósfera citadina que se resuelve en la elusión y la melancolía. No extraña el guiño a esta película cuando la protagonista de Las oscuras primaveras se llama Pina, homenaje de sesgado a la gran Pina Pellicer que interpretó a Luisa en la pieza de Galvaldón.

las_oscuras_primaveras_2El ya choteado registro cuasidocumentalista de la realidad se diluye ante una mirada compasiva hacia los personajes. Las oscuras primaveras trata de un adulterio fallido y postergado, en el que no se toma partido por la rebeldía de los amantes, la consolidación de la institución conyugal o la oda a la maternidad responsable. Los amantes, Igor (José María Yazpik contenido en un mutismo malhumorado) y Pina (Irene Azuela tan sensual como agobiada por la maternidad) se desesperan en lo frustrante de su pasión, pues cada uno carga con responsabilidades que hacen a su encuentro imposible y culpígeno: Igor, en su relación conyugal desgastada con Flora (Cecilia Suárez torpe pero con su mirada atolondrada que lo entiende todo); Pina, con su tortuosa maternidad en la que Lorenzo (Hayden Meyenberg debutando como un auténtico hijito de puta) es tan víctima como victimario de la calentura de su mamá.

lasoscurasprimaveras1-672x372Las oscuras primaveras despliega el tema de la pasión en su acepción más literal: como estado pasivo de los sujetos, a quienes les ocurre la vida pero son incapaces de verbalizarla -de lejos los saludan Frank y Molly, los adúlteros neoyorkinos ultraconscientes de aquella maravillosa Falling in Love  (Grosbard, 84)-; de enfrentar o transformar lo que les indica el instinto. Hay anécdotas absurdas que atemperan la calentura, como Igor comprando una fotocopiadora, o Pina tirando todos los juguetes de su hijo, que subliman hacia el surrealismo la autocontención de los personajes. Estas soluciones disparatadas y sutiles logran trascender el lavadero del adulterio hacia una fábula sobre el hartazgo y la ansiedad. Las familias de Igor y Pina intentan sobrevivir con una ternura tormentosa, mientras los adúlteros (que se aman con verdadero amor, recordaría Neruda) remueven su energía en fantasías en el fondo cándidas, erotismo kitsch chilango y por lo tanto trastabillante, (soundtrack tentativo: «Materia tóxica» de las Tomás de buró de López y Aguilera) que también resulta letal y definitorio de su cotidianidad.

imagesPero esta terrible fábula del amor y la pasión se traiciona hacia los últimos minutos de la película. El riesgo de una historia que se ha contado con brío y concentración es que su cierre no esté a la altura del desarrollo. Y entonces parece que Ernesto Contreras hace concesiones al tremendismo en boga de los Reygadas y Escalantes, cuando soluciones burdas y tramposas «resuelven» el cuento que se había sabido contar desde la elusión y el lirismo. Dicho en cristiano: queda la impresión que faltó releer y meditar las últimas cinco páginas del guión (obra de Carlos Contreras), pero en el café de cadena al que irían sus personajes, con sus colores naranjas y sin ánimo de trascendencia. Al final Ernesto Contreras no logra ser fiel a sí mismo y eso impide que Las oscuras primaveras sea el cuento absorto y poderoso que pudo ser. Aún así, sigue consiguiendo algo que es difícil intentar con las pretensiones fílmicas y festivaleras del Mexiquito contemporáneo: un tono personal, una construcción morosa del universo propio y, sobre todo, una mirada cercana, compasiva, de sus angustiados personajes.

Y hay que decirlo: el tema de Meme (Café Tacvba) está rompemadres:

Las oscuras primaveras (2013-2014)
Reparto: José María Yazpik, Cecila Suárez, Irene Azuela, Margarita Sanz y Hayden Meyenberg.
Director: Ernesto Contreras.
Producción: Mónica Lozano, Luís Albores y Erika Ávila.
Guión:  Carlos Contreras.
Fotografía: Tonatiuh Martínez.
Edición:  Valentina Leduc.
Sonido: Enrique Ojeda.
Música: Emmanuel del Real.

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