Hay un mundo de maravillas en peligro de extinción, por suerte lo preservan las pics de Instagram y las revistas de viajes finos. Un mundo con máscaras, danzantes, faquires, marionetas, andrajos multicolores y cuerpos disciplinados para los prodigios. El barrio de Kathputil, en Nueva Delhi, concentra a los artistas populares que bailan, cantan, hacen magia y acrobacia en la ciudad; estas tradiciones callejeras con las que nos gusta imaginar el folclor indio. Ocurre que el terreno del barrio, perteneciente al gobierno, se ha vendido a una inmobiliaria que ahí construirá el Raheja Phoenix, el rascacielos más pomposo de la ciudad. ¡A La India le urge modernidad! Cuando esté terminado el impresionante coso, fotógrafos y cronistas de lifestyle correrán a beber martinis en su lounge, a nadar en su espléndida piscina y retozar en sus tiendas de computadoras, cremas exfoliantes y teléfonos celulares. Pocos recordarán las calles miserables donde vivían los titiriteros y los faquires. Quizá haya una difusa memoria de ellos en alguna tienda de souvenirs.
Mientras el glamour y la distinción llegan a este rumbo de Nueva Delhi, Jimmy Goldblum y Adam Weber filmaron Tomorrow we disappear, documental a medio pelo entre la protesta y la elegía. Imágenes de calles hacinadas, basura, viviendas porosas de la humedad, charcos, piso de tierra, más basura, paredes de obra negra; entre esta podredumbre pasa la vida de los artistas populares de Nueva Delhi. Lo miserable de sus hogares se compensa con la creación y la fiesta. Ahí vive Puran Bath, titiritero que ha logrado el reconocimiento internacional, lo que los boletines de prensa llaman «embajador de su cultura»; también ahí vive Rahman Shah, entre mago y merolico, que todas las mañanas debe lidiar con la policía para presentar sus espectáculos embaucadores; ahí ejercita sus habilidades de contorsionista Maya Pawar, capaz de doblar un fierro de construcción doblándolo con su cuello. Los documentalistas han acompañado a estos artistas, representantes de su comunidad, durante el proceso de desalojo y reubicación de su barrio. La película da cuenta de las distintas opiniones ante la desaparición de Kathputil, que va desde la terquedad por permanecer de Puran, al deseo de reinventarse en un nuevo espacio, según la idea de Maya.
Reuniones de vecinos, entrevistas recelosas con los desarrolladores, charlas informales donde se manifiesta la desconfianza o la expectativa por los hogares donde pretenden reubicarlos, la historia que cuentan Goldblum y Weber quisiera ser beligerante pero las dudas de sus entrevistados la atemperan: más que luchar por algo, hay que atestiguar impotente el encontronazo de la modernidad y el desarrollo de oportunidades que no serán para ellos.
Tomorrow We Disappear, más que protesta, es elegía. Se resigna a contemplar el avance urbano, recibe el desarrollo sin festejo, pero tampoco con rabia; marionetas, magia, últimos carnavales; este documental funciona como testimonio de un arte que agoniza, de un ordenamiento social necesario -los proyectos neoliberales siempre son planeados y necesarios- en el que se teme la pérdida de un color, de un gesto, de un movimiento de danza importante. La fiesta de Kathputil se perderá; en su lugar vienen cocteles de mercadotecnia y personas con ideas sofisticadas. Queda un documental como memoria. Ya se hará otro sobre un rascacielos impresionante, acorde al nuevo momento de riqueza india.
Tomorrow we disappear (Jimmy Goldblum y Adam Weber | India, Estados Unidos | 2014).